A su honor
(No señores, no tengo miedo). La respuesta no podía estar más equivocada, no si quieres tus ojos en su lugar, no si quieres evitar sobre todas las cosas escupir sangre y orinar vidrio, no si quieres vivir.
(Traidor, ese eres tu). Escupir no es una buena idea, no si quieres evitar esputar tus dientes no si quieres alejarte del martirio de cagar tres muelas, tus muelas...eso si vuelves a cagar chico.
(La muerte primero). Loca idea, no es por menospreciar pero a uno le pasa de todo antes de morir, con gorilas así, con hideputas que estudiaron toda su vida para evitar que mueras sin antes negar tu propio sexo.
(No señores, no tengo miedo,
no de su sarten,
no de sus ruegos;
pero por qué, señores,
no tengo miedo?,
por que ni la sartén,
ni los huevos,
venden lo que soy;
por que el orín
y la picana
hacen lo que soy,
un rebelde:
es lo que soy).Y ya te caes, ya maldices; y ya lloras ya deliras; enfrentando himnos a metralla, balbuceos a puñetes y tu fe a la muerte.
(...). Y continúa la historia, esta vez sin ti, esta vez es otro infeliz el que no tiene miedo; pero ya hablará, alguien tendrá que hacerlo; cómo crees que conseguí tu nombre?, tu dirección y hasta el color de tu calzón?; si tu no hablaste es por que el próximo lo hará. Si al final de cuentas todos queremos lo mismo: una casita, la mujer y los crios correteando, pero dime ahora, inerte sombra de lo que eras, ¿ya me temes?.
NO SEÑORES, NO TENGO MIEDO. (...).