Dedos

Me duelen los dedos, hoy el frio eligiò el subterfugio y yo distraído no lo notè, o mas bien lo note, pero tarde, tarde por que cuando alcè la mano hacia aquel calientito horno de la fe y el amor vi en mis manos los blancos muñones del olvido, diez en total, diez muñones que reian conmigo la desgracia, reian nada mas para no llorar; por que mis ojos tienen la fatiga de la nube, y preferirìa en realidad para ellos el hastìo del desierto, mis dedos no se quedaron ahì, solos en su compañia junto al suelo, ellos prefirieron tambien el desierto y junto a el me dejaron, solo y mojado, como la nube.