El hombre que fumaba

Ella solia caminar todo el dia equilibrandose en el cordon de una acera, mas que por conviccion o por obligacion lo hacia para distraerse, le gustaba doblarse un poco para avistar el lado donde se suponia estaba la avenida, en lugar de esta podia ver esto: nada, absolutamente nada; aunque decir nada ya es decir bastante; lo hacia por que le gustaba la sensacion que tenia en el estomago, esas cosquillas que le indicaban que algo monstruoso recorria esa nada, ademas, verla resultaba mas entretenido, que el otro lado, la acera..no era nada mas que un mar interminable de cruces y estelas, nombres y apellidos brotaban de ellas en lo que seria su descanso final, no le gustaba por que temia algun dia encontrarse con su abuelito, nunca supe por que su abuelito tendria que estar en ese lugar vivo, solo se lo que me contaron otras personas, decian unos que temia...temia en la noche a lo que no pensaba en el dia, temia su almohada...sus frazadas y su cama, que al momento de conciliar el sueño el recuerdo debastante se apresuraba y como el humo de los cigarrillos que utilizaba para intentar, solo intentar, conciliar el sueño el recuerdo bailaba pesado y gris en su techo, presionando mas allá de su imaginacion, mas alla de cualquier barrera.
El vivió en esa casita a las afueras del pueblo, solo con su nieta de tres años, hasta que un día, dicen, enloqueció y se mató, después de matarla a ella.
Yo personalmente no creo en eso, se que el cruzó el techo junto al humo, él y su nieta...como lo hizo..solo queda a la imaginación, yo prefiero cerrar los ojos en esas largas noches donde la almohada se hace piedra, las mantas redes y el cigarrillo aserrin e imaginar al abuelo buscando la cruz de su esposa y su hija, mientras su hija juega a la nada en el cordon de la acera...